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María Josefina
Salazar
Historiadora.
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Argentina - Nacida en Almagro, en 1923.
Profesora de Teoría y Solfeo.
Dibujo y pintura, por espacio de diez años en la Universidad
Popular Dalmasio Vélez Sársfield.
Cursó estudios de idioma Francés e Inglés.
Realizó diversos cursos de historia, incluyendo Historia del Mueble cursado
en París y Londres con auspicio de le Embajada de Francia y British Council, e
Historia del Restaurado, realizado en Roma y Berlín, auspiciado por la
Asociación de arquitectos.
Cumplió cuarenta años como miembro de 18 Juntas de Historia barriales de la
CABA.
Pasión: La historia.
"Antes de empezar en esto, yo sentía la necesidad de investigar, de
querer conocer, palmo a palmo la costa norte del Río de la Plata, a ver qué es
lo que encontraba. Y así conocí, desde Vicente López hasta el Tigre.
Empezaba Vicente López hasta el río y volvía hasta las vías; hasta
Olivos, en Olivos me tomaba el tren y me volvía a mi casa. Otro día hacía el
mismo recorrido, pero transversalmente, y volvía a casa tomando el tren en
Vicente López. Y Olivos a La Lucila, de La Lucila a Martínez, de Martínez a
Acasuso... San Isidro, a Becar, a Virreyes, San Fernando y hasta finalmente
Tigre.
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Yo era casada, y mi hija en el secundario. Me quedaba sola en casa y salía
a las dos de la tarde y para las seis, estaba de vuelta, no todos los días,
naturalmente, pero así empecé.
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Soy una autodidacta en esto y mis estudios simplemente secundarios. Pero yo
entiendo que para ser un historiador lo esencial es “ser curioso” y llegar a
profundizar esa curiosidad. Tener eso interior de ser un poco novelero, y más
que nada buscar “él por qué de las cosas”. El por qué, el cómo y el
cuándo, son la base de la búsqueda de la historia barrial. Y de ahí nacen otras
preguntas: Por qué se le ocurrió eso, por qué lo promovió a eso, qué lo
indujo... Son varias preguntas. Parecen sinónimos, pero no lo son. --------
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Yo en la actualidad integro 18 Juntas barriales de estudios históricos de
la ciudad de Buenos Aires, donde cada una tiene su sistema, porque no todas
trabajan igual. Cada una es independiente de trabajar del modo que más
prefieran. Y siempre trato en ellas de ayudar en lo que más puedo, y no es
sencillo, pero es atrapante.
Las juntas más exigentes que integro son las de Barrios del Oeste, que es
la más historiadora y que en su actuación hace docencia –enseña-. Y la del
Barrio de San Nicolás, que ya de por sí, por excelencia es historiadora, donde
para ingresar ahí se tiene que hacer un trabajo que sea muy relevante.
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Yo, para ingresar a la de San Nicolás, tuve que realizar un trabajo, y
elegí “Las Catalinas”, porque me impactó: “Fueron las primeras monjas de
clausura que tuvo Buenos Aires. Luego fueron Las Clarisas, -después de nueve
años- Pero las Catalinas fueron las Dominicas, las primeras, y fueron las que
pasaron por las Invasiones Inglesas. Fueron ellas quienes hicieron los
escapularios para el ejercito de Belgrano, que gracias a ello se sabía, quienes eran los soldados de Belgrano y quiénes eran los realistas.”
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En las juntas se tratan investigaciones de muchos
órdenes. No es la historia sola, sino los por qué. Por qué se erigió en ese lugar.
Qué motivos hubo para que la gente eligiera ese lugar para vivir, formarse en
comunidad.
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Por ejemplo Villa Crespo: Es uno de los barrios más populosos, nació
a orillas del arroyo Maldonado, en razón de que
en sus proximidades había una fábrica de calzado, y debido a la gran
cantidad de obreros que allí trabajaban, algunos dueños de tierras de la zona
encomendaron a rematadores a que se hiciesen loteos y los obreros fueron
comprando para estar cerca de su trabajo, ahorrarse el dinero y el
tiempo de viaje y ahí empezó eso. Y de ese modo, cada barrio investiga y
reconstruye su historia. Luego, nuestros trabajos y publicaciones son
recurridas por docentes, alumnos, entidades de fomento, distintas ONG y todo
vecino interesado en conocer su historia barrial.
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También las autoridades nos consultan al planificar poner nombre a una
calle, una plaza, o cambiarlo por otro –no siempre, pero algunas veces lo
hacen- También brindamos conferencias y charlas. Por ejemplo, con mi
charla de “Historia Viva” yo di un vuelco, por la forma de explicar el uso de
elementos y ropas de otras épocas, no es la mera conferencia oral de rutina, y
que la denomino así “Historia Viva”, porque todo
lo que muestro “en su tiempo ha sido usado”.
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A la historia se escribe en tres niveles, “la que está bajo tierra, la que
está a nivel y la que está arriba”: O sea, todo lo que ha quedado sepultado y
se encuentra en excavaciones, todo lo que está al nivel de nuestra vista y todo
lo que está en altura, ya sea ornamentos de edificios, terrazas, miradores,
helipuertos, tanques de agua, -que existen en la ciudad muchos tanques de agua
de extrañas formas, de avión, de platillo volador, de botella- ¡No se
imagina todas las cosas que hay por arriba de terrazas y techos! Como
ejemplo, en Balcarce 50, allí, encima de la unión de las dos estructuras
edilicias de la Casa de Gobierno, hay un curioso escudo de la República
Argentina que, en vez de estar orlado con laureles y olivos, “de un lado tiene
una serpiente, del otro lado un dragón y en su base un ramo de rosas”, todo
hecho en mampostería... ¿Curioso verdad? Por eso, ser curioso y aunarlo con
sentir satisfacción por lo que encuentra, es sentir ese interés por conocer y
saber. Una vez que a uno lo picó ese bichito, siempre va a sentir la necesidad
de sumar un conocimiento más y no por lo que impone estudiar por obligación,
sino por el simple placer de haberse enamorado de la historia.—
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